Cacho Silveira era un mocoso cuando lo contrató Independiente, al comienzo de la década del ’60. Le tocó debutar contra River. Cuándo llegó al vestuario, se asombró: ni un grito, ni una broma, ni una sonrisa. Casi nadie hablaba. No podía concebir que ningún jugador dijera un chiste para animar a los demás. Se acercó a otro uruguayo, el Negro Tomás Rolan, y le dijo: ¿Che, Negro, cómo vamos a ganar con este clima?
El Negro Rolan tomó un trozo de algodón, hizo una fogata y se puso a bailar a su alrededor, desnudo como si fuera un indio. Al ratito nomás, los dos empezaron con un candombe. Enseguida todo el vestuario era una fiesta. Después entraron a la cancha y ganaron 1-0.
Fuente El Gráfico
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