Miguel Ramírez era un fanático del rock nacional. Su
pasión por el rock, lo llevó a presenciar un nuevo recital y a encontrarse con
ese cruel final que el destino parecía haberle preparado.
La cita era en el autódromo Roberto Mouras de La
Plata, donde el 30 de de abril de 2011, La Renga llevó a cabo su show. Este joven era
seguidor de este grupo desde hacía 15 años. Sin embargo, fue en este recital
donde Ramírez fue alcanzado por una bengala que acabó con su vida nueve días
después.
En la lista de pasiones de este hombre de 32 años,
el fútbol ocupaba un lugar privilegiado. Keko, como lo llamaban sus allegados, supo
desempeñarse como jugador de un club de AFA. Es el caso de Juventud Unida,
cuyos hinchas lo vieron vestir su camiseta con mucho orgullo. Quizá su pasar
como futbolista no fue ampliamente reconocido pero él dedicó varios años de su
vida al Lobo Rojo. Jugó en Primera bajo la dirección técnica de Víctor Traferro
durante la temporada 2001/2002. Volante central, Miguel aportó cuatro goles
durante su estadía en el club.
En el año de su muerte, Miguel estaba por cumplir
un sueño que quedó trunco. Su deseo era volver al Lobo y calzarse los botines una
vez que finalizara el torneo. Por eso, estaba entrenando para estar a punto
físicamente.
Su agresor, Iván Fontán, recibió una pena de nueve años de
prisión porque la Justicia lo halló culpable del delito de "homicidio
simple con dolo eventual", es decir que debió representarse que con su
accionar podía causar la muerte de una persona.
Cabe recordar, que este joven, a
la hora del ritual iniciático del concierto, encendió una bengala, que falló y
salió dirigida hacia el público. En medio del pogo, Miguel cayó herido de
gravedad y a los pocos días falleció.