En un partido de Primera C entre Liniers y Central Córdoba, el árbitro Arturo Ithurralde concedió un penal sobre la hora a Liniers que perdía 3-2. La infracción fue clarísima, aunque no faltaron las consabidas protestas. El referee dominó la situación y le comunicó a los capitanes que tras la ejecución del penal finalizaba el partido. Como precaución y considerando que no había rebote posible, alejó a los jugadores varios metros del área. Solo quedaron el ejecutor, el arquero y él. Fue gol y empataron.
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